Real Orden de Carlos II. 1689. Actas capitulres del Concejo de Cehegín. Archivo Municipal de Cehegín. Pinche en la imagen para aumentarla.
A veces he comentado en algún
artículo, y por supuesto lo he discutido con historiadores y amigos aficionados
a la historia, la gran similitud que existe entre la sociedad siciliana y del sur de Italia, del siglo XIX,
y el Cehegín del siglo XVII. En el Cehegín de la Edad Moderna, y sobre todo de
los siglos XVI y XVII, se repiten los mismos patrones sociales que sostienen a la Mafia siciliana del XIX y parte del XX: el concepto de
familia y el de honor familiar. La familia es el punto de central de todo, y está
por encima del individuo. En torno a las más poderosas, enfrentadas entre sí,
se van creando redes clientelares formadas por familias de menos poder,
necesitadas del respaldo de las grandes. Así defienden los intereses de sus
protectores y a la vez ellas se ven beneficiadas por aquellos que los protegen.
Estas familias hidalgas menores a su vez tienen gente llana a su servicio,
también de manera clientelar, y que viven a su sombra. En muchas ocasiones son
estos los encargados de cometer los crímenes
que les encargan los demás. Son redes creadas sobre familias que son parientes o amigos. Un
punto a tener en cuenta es que el individuo solo aquí no vale nada. Si se
aparta de la familia está acabado. El honor familiar está por encima. Las
corruptelas en el siglo XVII ceheginero llegaron a tal extremo que, según algún
documento de mediados de siglo refiere, era normal que cada año muriesen por
los enfrentamientos y banderías 15 o 20 personas, asesinatos que nunca eran
investigados y que se daban como simples muertes de las que nadie se preocupaba
lo más mínimo. Un tiro de arcabuz o de escopeta y se acababa con la vida de un
alcalde ordinario, de una persona incómoda, de un enemigo, de un traidor o de
quien fuese. La violencia llegó a tal extremo que fue necesario enviar en más
de una ocasión a un Alcalde Mayor para que pusiese orden, aunque al parecer,
durante el siglo XVII, no tuvo mucho efecto. Este era un mundo rural y aislado
de la corte, donde las noticias tardaban mucho en llegar, o simplemente no
llegaban nunca. Hay un documento de la segunda mitad del siglo XVI en que desde
la Real Chancillería
de Granada se requiere al Concejo que detenga y les envíe a Lope de Chinchilla
por cierta causa criminal, recriminando al Concejo que hace ya dos años que se
lo había solicitado y tienen referencias de que no sólo se pasea libremente sin
problema alguno por la villa, sino que además está ejerciendo de regidor por el estado noble, sin
serlo ( noble). Ese era el estado de cosas que se vivían en el Cehegín de la Edad Moderna.
Así, por ejemplo tenemos el caso,
comentado por mí varias veces de don Agustín Bernad de Quirós, que participó
del asesinato del alcalde ordinario don Alonso Carreño Quirós (del que era,
curiosamente pariente lejano, por el apellido Quirós), en el año 1690.
Justamente un año antes, estuvieron a punto de matar a don Juan Fajardo Lara,
alcalde ordinario por el estado noble. La muerte del Carreño fue, sin ninguna
duda, una venganza por este hecho. Antes hemos hablado de don Agustín Bernad.
Este apellido ya había aparecido durante el siglo XVII ¿lo recuerdan? Apuesto a
que sí. Cuando don Martín de Ambel y Bernad mata a don Alonso de Góngora,
alférez mayor. Quizá en este asesinato hubiese algo más que la simple honra de
la hermana de Ambel, pero eso es algo que nunca sabremos, pues, sólo conocemos
la documentación oficial. Es probable que en este entramado hubiese intereses
familiares de por medio, ya que tanto los Ambel como los Bernad eran familias
hidalgas menores que vivían a la sombra de otras más poderosas. En fin son
conjeturas, pero que pueden ser ciertas perfectamente. ¿Si los Góngora hubiesen
realmente querido matar a don Martín de Ambel no lo hubiesen matado? Dentro o
fuera de la ermita, por supuesto que sí. En caso de no querer derramar sangre
dentro de suelo sagrado lo hubieran agarrado cualquier noche y se lo hubieran
llevado saltándose las leyes sin reparo alguno. Sin duda hubo un apaño entre
familias, aunque no conozcamos los pormenores del caso. De hecho los Ambel
parece que tuvieron, durante el siglo XVII una importante relación clientelar
bajo el manto de los Fajardo, mientras que los Góngora la tenían dentro del
entramado creado por los Carreño. Es factible pensar que este hecho sucedió
como una consecuencia más de esa guerra particular que durante este siglo XVII
libraron las familias Fajardo y Carreño, y que produjo muchos muertos a lo
largo del siglo XVII.
El documento de la fotografía es
una Real Orden de Carlos II, del año 1689, en que se pone de manifiesto la grave
situación política y social que vive la villa de Cehegín, a causa de los
constantes altercados, asesinatos e intentos de asesinato que continuamente se
venían dando. La carta llega por la petición de que desde la Corte se haga llegar a un
Alcalde Mayor que investigue y juzgue el intento de dar muerte a Asensio de
Gea, alcalde por el estado llano y a Juan Fajardo Lara, por el estado noble,
ante la imposibilidad de ser investigado y juzgado por los responsables
locales. El mismo Asensio de Gea, en el documento, alega que los que intentaron
matarlo con espadas y escopetas fueron Ginés García López y Alonso López,
emparentados con alguna de las familias más poderosas de la villa, por lo cual,
según él, no fueron juzgados ni perseguidos.
Me parece muy interesante esa hipótesis y el modo de cerrar el conflicto atribuyéndole cuestiones de honor ( de aquel honor que se relacionaba con las faldas y la ropa interior de sus mujeres) muy típico y del gusto de una sociedad típicamente patriarcal.
ResponderEliminarEnhorabuena, Jesús, me encanta el trabajo que haces en este blog.