miércoles, 4 de abril de 2012

El antiguo Vía Crucis de la ladera de la Concepción, en Cehegín.

En la imagen, se pueden observar las ermitas de la Concepción y del Santo Cristo, puntos entre los que se desarrollaba el vía crucis.

Este artículo que dejo hoy aquí, ya hace varios años que lo escribí y fue publicado en la revista el Nazareno, de la cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, en el año 2008. Coincidiendo con este tiempo de la Semana Santa, lo dejo para los lectores, por la información que pueda aportar, aunque en otras entradas del blog ya he hecho alguna vez referencia a este tema. Así pues, aquí queda.

El Antiguo Vía Crucis de la ladera de la Concepción


Tal vez el Vía Crucis sea el ejemplo de devoción y espiritualidad más puramente identificable con la Semana Santa y la Pasión de Cristo, aún por encima de las mismas procesiones. Literalmente significa “camino de la Cruz”. Tradicionalmente se ha considerado que fueron los franciscanos quienes crearon este “ejercicio espiritual”, aunque ello en verdad no es totalmente cierto. En realidad san Francisco y su Orden tomaron, modelaron, extendieron y promovieron su extensión por todo el mundo cristiano. Como el lector ya conocerá sobradamente, básicamente se trata de un recorrido que recuerda la Pasión de Cristo y en el que hay colocados unas estaciones o “pasos” cada uno de los cuales representa una escena del periodo que transcurre entre el prendimiento y la muerte-resurrección de Jesucristo. En cada una de las estaciones se realizan paradas para meditar o rezar, orando, bien en silencio o a voz alzada, en comunidad. Consta de catorce estaciones, aunque a veces se añade una más, relacionada con el momento de la Resurrección. Un Vía Crucis engloba en su propia definición tanto la acción del recorrido realizado paso por paso por la comunidad, orando y meditando, en su sentido espiritual y religioso como también el mismo conjunto físico de estaciones, pintadas o esculpidas con escenas de la Pasión.
El presente articulito no intenta dar a conocer el tema expuesto con un sentido religioso o místico, de lo cual ya se encargarán otros investigadores más avezados en la materia, más bien trata de recuperar para la memoria, desde el punto de vista histórico, un viejo Vía Crucis, aún recordado en el siglo XVIII y totalmente olvidado ya durante el XIX, que, comenzando (suponemos que así era y no al contrario) desde la ermita de la Sangre de Cristo terminaba allá en la cumbre del cabezo de la Concepción, en la ermita de dicho nombre.
 Durante los siglos XVI y XVII, una gran parte de la vertiente de levante del cabezo de la Concepción, básicamente lo delimitado por la Cuesta de Moreno al norte, la calle de la Tercia al oeste, la cumbre del cabezo y la cuesta que posteriormente sería conocida por la del Partidor, al sur; todo ello, digo, era zona de ejidos, bancales y se hallaba casi sin poblar. Será durante el siglo XVIII cuando calles como la Tría, Tránsito, Veracruz, Horno de Don Santos, Olivericas (todavía hacia 1750 se habla de las olivericas de Juan de Guijarro, zona de bancales) y otras, se conformen como núcleo urbano, todo ello a propósito de una cierta mejora económica y por ende poblacional en la villa de Cehegín. Efectivamente, nuestro Vía Crucis se extendía por esta ladera. Al parecer, salía desde el la ermita de la Sangre de Cristo, subía por la calle de la Tría (también conocido durante el siglo XVIII como el camino de los Pasos o senda de la Tría Vieja) llegaba hasta la calle Veracruz y desde ahí subiría hasta la calle del Tránsito, rodeando el cabezo y terminando en la ermita de la Concepción. Sabemos con una cierta seguridad, fundamentalmente por la documentación emanada de un libro de solares del siglo XVIII y conservado en el Archivo Municipal de Cehegín, qué trazado tenía, aunque por desgracia no ha quedado ningún resto material de los pasos que aún existían, al parecer, a finales del siglo XVII. No tenemos conocimiento de si dichos pasos reflejaban la Pasión de Cristo mediante pinturas o esculturas. Posiblemente las estaciones estaban elaboradas con una especie de pilares en que se exponían pinturas sobre cada estación realizadas en cerámica.
La documentación del siglo XVIII nos habla del barrio del antiguo Vía Crucis, como aquel conjunto de casas que van surgiendo en la ladera, sobre la calle de la Tercia, sobre el espacio en que se hallaba una parte del recorrido que tratamos en este trabajo. Una cuestión muy interesante, y a tener en cuenta, es que la propia deformación del lenguaje llevará a la aparición de un nombre nuevo derivado del viejo de Vía Crucis, Veracruz. La calle de Veracruz adquiere su nombre ya en el siglo XIX, cuando había pasado al olvido el término Vía Crucis y la gente, por similitud en la pronunciación, terminó transformando el Camino de la Cruz en la Cruz misma.
Sin lugar a dudas se trata del ejemplo más antiguo de Vía Dolorosa que conocemos en Cehegín. Es posible que fuese creado poco después de la fundación del Convento Franciscano y que los frailes de san Francisco introdujesen en Cehegín la costumbre de realizar el Vía Crucis.
El Camino de los Pasos, así lo llamaban nuestros antepasados del siglo XVIII cuando era todavía camino y no calle. Por entonces, como queda dicho, ya hacía bastantes años que había desaparecido. Aquello quedó olvidado y sólo la documentación, que siempre queda como testigo de tiempos pasados nos ha ayudado a desentrañar un poquito más de nuestro pasado. Una zona muy interesante, sin duda alguna, toda esta que rodea el cabezo de la Concepción. Quizás, con el tiempo, y en otros foros, hablemos del lugar del juego de los bolos de San Blas, la antigua tría de la Villa, el horno de don Santos de Cuenca o quien sabe. El cabezo de la Concepción da para mucho.


Fuentes:
Archivo Municipal de Cehegín
-Libros de Actas Capitulares Siglos XVI – XVIII. Legajos varios.
-Libro de peticiones y concesiones de solares para construcción de casas. 1747-VI-12 a 1800-V-28. A.M.C. Sec 2ª Leg 3 nº 8

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