miércoles, 27 de julio de 2011

Testamentos en los siglos XV al XVIII. Unas notas breves



Los testamentos, en la baja Edad Media y la Edad Moderna son, ante todo, un conglomerado donde lo religioso y lo jurídico, así como lo notarial, van casi amalgamados en un texto, normalmente prefijado  de antemano. Un testamento es una escritura donde la persona que testa deja previsto lo que ha de suceder con los bienes y asuntos propios una vez que haya fallecido, como todos sabemos. Pero en este tiempo hay un factor importantísimo para poder entender la propia mentalidad de la época. El testamento es un elemento casi indispensable para poder tener garantías de entrar al cielo, como veremos ahora.
Los testamentos se estructuraban en un encabezamiento que siempre era igual,o casi, para todos, de tipo religioso en que se declaraba la fe católica y la creencia en la Santa Madre Iglesia, Dios y La Virgen María, a quien se encomendaba su alma. Se decía dónde se quería ser sepultado y de la manera que debía ser, y quien lo acompañaría  (normalmente la Cruz Mayor y cierto número de clérigos, junto a los cofrades si pertenecía a alguna cofradía)
En un segundo apartado ya se refiere a las misas que se han dejar por variadas causas, padres o familiares fallecidos, por su ánima en lugar de honras, por las ánimas del purgatorio, y limosnas por las mandas forzosas y redención de cautivos etc
A partir de este momento ya llegaría el apartado puramente material del testamento en cuanto al dinero que se debe, al que le deben, a los herederos y herencia de ellos, los albaceas y otras cuestiones y asuntos particulares que deben quedar resueltos en la escritura testamental.
Como vehículo de investigación genealógica, económica, social e incluso política los testamentos tienen un valor importante, ya que la gran variedad de datos que aportan  los convierten en una fuente de información de primera magnitud.
Antes hablábamos del carácter religioso que se le imprime a los testamentos desde la Edad  Media, y ello hace que los otorgantes, viendo que llegaba la hora final, aprovechasen, si tenían medios, para la creación de obras pías, como capellanías, en algunos casos, también de importantes donaciones en limosnas, muchas misas etc, ya que todo ello habría de ser tenido en cuenta como méritos para poder acceder a la vida eterna en el cielo. Una capellanía era una fundación, normalmente basada en la donación de tierras por un particular, para que las rentas producidas sirviesen como obra pía para gastos, por ejemplo, de la parroquia. Si los medios eran menores también se intentaba hacer lo que se podía en donaciones, o, al menos, en dejar para misas. Ciertamente, el concepto de la salvación venía condicionado por los posibles de cada uno, cuanto más tenías, más posibilidades había de salvarte.
El testamento era validado por el notario, como hoy en día.

“Primeramente encomiendo mi ánima a Dios Nuestro Señor, que la crió y redimió con su preziosa sangre y el cuerpo a la tierra de que fue formado. El qual siendo difunto, quiero sea sepultado con el auito y cordón de nuestro padre san Francisco, digo, con el autio y cuerda de la Terzera Orden, de que soy hermano profeso, en la capilla de Nuestra Señora del Rosario, de Parrochial desta uilla, de que tambien soy hermano, y me acompañe la Cruz Mayor, cura y sacristán y diez clérigos de misa y lleuen mi cuerpo los hermanos terzeros y arda la zera de la Conformidad, y me asistan las cofradías de Nuestra Señora del Rosario, la de Nuestra Señora de la Soledad, la del Patriarca san Joseph,y la del Santísimo Sacramento…”

Testamento de Lucas Hidalgo Fresneda, año 1708

No hay comentarios:

Publicar un comentario